
La música es una de lo más intrigante partes de la vida. Mi fascinación con ella empezó cuando tenía doce años y comencé a escuchar a grupos populares. Me fascinó con su complejidad y que habían muchos elementos juntado tan fluido. Es decir la música me evocó un sentido especial - diferente de los que ya sentí en mi vida tan corta. Quería aprender a tocar música y ser como la gente en los grupos. Sobre todo me daba interés la batería por su gran sonido y fuerza de capturar. También, podía sentir el ritmo en cualquier canción – entonces empecé a aprender a tocar la batería.
Al principio era muy frustrante. Quería hacer lo que oía en las canciones que me gustaban, pero sólo podía hacer ruido. Poco a poco, con practica, aprendía más mientras mis preferencias musicales progresaban. Así pues seguía aprendiendo y en breves podía tocar canciones enteras. Ahora empecé a tocar con unos amigos que tocaban la guitarra y el bajo y formamos un grupo. Practicábamos mucho y tocábamos con otra gente que también estaba interesado en música. Siempre me gustaba como los elementos de la música mezclan. Encantaba que en un grupo cada persona puede tocar algo totalmente distinto y cuando están combinados suena bien.
Por otra parte la primera vez que toqué en vivo en frente de gente fue una experiencia genial. Tocábamos una canción de Jimi Hendrix, nuestro dios de ese época y la audiencia se volvió loco. En ese momento tan incrédulo sentí otra vez algo eufórico – algo que me fijé que la música era tan importante para mi. Durante mi obsesión con las viejas estrellas de Rock & Roll – Led Zeppelín, Pink Floyd, Los Beatles, Los Rolling Stones, y muchísimos más – me embobé con la guitarra. Seguí tocando la batería con mis amigos pero quería estar al frente del estrado. Empecé a aprender la guitarra y con eso un lado de música que, hasta este punto, nunca conocí. La habilidad de combinar notas y componer canciones rejuveneció mi gratitud para la música. Oía algo en la música que antes no conocía. Por la primera vez comprendí como funciona la música. Otra vez era difícil empezar y tenía que practicar mucho al principio pero valía la pena. Seguí tocando con mis amigos y en grupos, ahora cambiando entre la batería y la guitarra. Los dos me daban mucha felicidad y mantenían mi entusiasmo por la música.
Desde entonces encantaba la música y hoy día sigue siendo una parte importante de mi vida. Aunque no toco con tanta frecuencia como lo hacía antes, todavía escucho a música y discuto a cerca de ésta con mis amigos. Estoy agradecido que sé tocar instrumentes musicales y también contento con el tiempo que pasaba enfocando en tocarlas. Para mí la música es algo insustituible y para el resto de mi vida voy a pasar tiempo mejorando en ella.